lunes, marzo 08, 2010

ANOTADOR: OSCAR 2010

Y pasaron los Oscar. Otra ceremonia interminable, sin sorpresas y para peor con ganadores previsibles.
James Cameron mordió el polvo de la derrota, nada menos que frente a su ex, y que para peor está bárbara y los turros de la producción se la sentaron adelante.
La carita de Cameron mientras Campanella agradecía y lo usaba para hacer chistes fue de lo mejor de la noche. "Hasta este me viene a pegar" pensaría el calculador James.
Pero lo más destacable fue la cara de felíz cumpleaños de Francella. Paradito ahí, en el mismo escenario donde minutos antes estuvieron Steve Martin, Robin Williams, Morgan Freeman... y con una platea desde donde los observaban Meryl Streep, Lauren Bacall, George Clooney... Soñaba despierto el Guille, con Almodóvar y Tarantino al lado.
"Después de esto no puedo volver a laburar con Ledo" pensaría ahi, paradito, iluminado como nunca en su vida; vaya uno a saber. Lo concreto es que Francella, sí el de los Benvenutto, el que grita "a comerlaaa", sí, ese de bigotitos, ese es parte de la historia del cine argentino, tiene un Oscar, y vos no. Final.
Porque el Oscar es para la película, o sea, es de todos los que participaron en ella. Es decir, José Luis Giogia tiene un Oscar! Las vueltas de la vida, no?
Las mujeres estuvieron más bien sobrias, en todo sentido (Mariah Carey, teléfono), poca joya, poco color en los vestidos, al menos en la trasmisión no se vió nada que lastimara la vista.
Premio a la apatía para Kristen Stewart, protagonista de "Crepúsculo". ¿Estará bien esa chica? Y Taylor Lautner, el morocho musculoso que se convierte en lobo, ¿Qué le pasó? ¿Lo desinflaron? ¿No está tomando la papa?.
Y finalmente descubrimos al ver a Steve Martin que el protagonsita de "UP" era él!
Ahora todos los ganadores renegociarán sus contratos, los perdedores buscarán conseguir un contrato y el público a esta altura ya ni se acuerda quien ganó qué. Excepto por el crédito criollo cuyo triunfo será debidamente explotado por los medios "especializados", que rasparán de la olla hasta pasar al otro lado entre debates y elogios interesados.
Ahora a esperar la próxima ceremonia que vendrá con promesas de cambios, menos duración y toda la sarasa de siempre, para que terminemos a las dos de la mañana preguntándonos a cuento de qué nos quedamos teniéndole la vela a esta gente.
Será que nos gusta.