Cameron Díaz es Maggie, una hueca teñida de rubio cuya única preocupación en la vida es lucir bien, tomarse unos tragos y encamarse con el tipo que se le cruce. Lo que se dice una atorranta. Toni Collette es Rose, una abogada acomplejada con su figura y sin tanta suerte amorosa como Maggie, su hermana menor.
Luego de una noche de alcohol y sexo fallido, la descocada Maggie, borracha y sin lugar a donde ir, es recogida por su hermana mayor, que la hospeda en su casa. En el placard, guarda decenas de pares de zapatos. Stilettos, sandalias, zuecos que Rose compra para darse un gusto y que nunca usa ya que "la comida engorda y la ropa nunca me sienta bien, pero los zapatos siempre quedan".
Lo que debía ser provisorio se torna constante y diferentes situaciones (como la incapacidad de Maggie para obtener un trabajo, entre otras) harán que estas hermanas huérfanas de madre se separen.
Tal vez el espectador mire su reloj deseando que ya hubiera pasado media película, pero si soporta darse cuenta que apenas transcurrieron veinte minutos, deberá armarse de paciencia y esperar por lo menos otros veinte para que al fin suceda algo interesante.
Con la excusa de los zapatos, el director brinda largos planos de las piernas de Díaz, la muestra prolijamente desprolija, intenta aprovechar lo sexy que puede verse en tanga, con botas y sólo una camisa... pero queda en el intento. Curtis Hanson ("Los Angeles al desnudo") no logra transmitir más que tedio.
Con chistes sin gracia -se nota el esfuerzo por que parezcan ingeniosos- sólo disfrutables por snobs fanáticos de las series de moda, el libro no se ahorra cuanto lugar común anda por ahí (la iletrada que descubre la poesía gracias a un anciano postrado y ciego) ni los golpes bajos de rigor, máxime cuando se tienen a mano varios ancianos de estilo Cocoon, piolas y cancheros. Shirley Mc Laine en el papel de la abuela de las chicas, con oficio, es uno de ellos.
Y por supuesto no falta la amiga que da contención a Rose en sus momentos críticos, interpretada por una Brook Smith que no parece haber abandonado el personaje que hizo en "Melinda & Melinda".
Dos horas con diez minutos es lo que dura esta comedia melodramática que tal vez con cuarenta minutos menos, podría haber pasado más amablemente. Pero en las críticas el hubiera no existe. Hay lo que hay. Es lo que es... Y punto.
Nuestra calificación: Este film justifica el 50 % del valor de una entrada.
Luego de una noche de alcohol y sexo fallido, la descocada Maggie, borracha y sin lugar a donde ir, es recogida por su hermana mayor, que la hospeda en su casa. En el placard, guarda decenas de pares de zapatos. Stilettos, sandalias, zuecos que Rose compra para darse un gusto y que nunca usa ya que "la comida engorda y la ropa nunca me sienta bien, pero los zapatos siempre quedan".
Lo que debía ser provisorio se torna constante y diferentes situaciones (como la incapacidad de Maggie para obtener un trabajo, entre otras) harán que estas hermanas huérfanas de madre se separen.
Tal vez el espectador mire su reloj deseando que ya hubiera pasado media película, pero si soporta darse cuenta que apenas transcurrieron veinte minutos, deberá armarse de paciencia y esperar por lo menos otros veinte para que al fin suceda algo interesante.
Con la excusa de los zapatos, el director brinda largos planos de las piernas de Díaz, la muestra prolijamente desprolija, intenta aprovechar lo sexy que puede verse en tanga, con botas y sólo una camisa... pero queda en el intento. Curtis Hanson ("Los Angeles al desnudo") no logra transmitir más que tedio.
Con chistes sin gracia -se nota el esfuerzo por que parezcan ingeniosos- sólo disfrutables por snobs fanáticos de las series de moda, el libro no se ahorra cuanto lugar común anda por ahí (la iletrada que descubre la poesía gracias a un anciano postrado y ciego) ni los golpes bajos de rigor, máxime cuando se tienen a mano varios ancianos de estilo Cocoon, piolas y cancheros. Shirley Mc Laine en el papel de la abuela de las chicas, con oficio, es uno de ellos.
Y por supuesto no falta la amiga que da contención a Rose en sus momentos críticos, interpretada por una Brook Smith que no parece haber abandonado el personaje que hizo en "Melinda & Melinda".
Dos horas con diez minutos es lo que dura esta comedia melodramática que tal vez con cuarenta minutos menos, podría haber pasado más amablemente. Pero en las críticas el hubiera no existe. Hay lo que hay. Es lo que es... Y punto.
Nuestra calificación: Este film justifica el 50 % del valor de una entrada.